Mamá

Las manos que acunaron me enseñaron a caminar.

Los brazos que se extendieron en el abrazo eterno.

El silencio.

La sonrisa llana frente a un lienzo, los pinceles fondeando el cielo.

El sonido de la máquina para cocer la falda del liceo.

Colores y tizas antes de regar el jardín. -las orquídeas- bien húmedas hasta gotear
sobre otras plantas.

El silencio.

Zarcillos, collares, pulseras adornos de labios rojos y ropa bien combinada. –
sandalias-.

Tejer o bordar manteles con pequeños pañuelos atados unos a otros la tarde del
sábado.

Las comadres, las visitas, las salidas con largas caminatas para hacer la parada
perfecta de la compra pensada.

El silencio.

Comer señoritas, esos palitos de Pan en un viaje de ocho horas hasta llegar a abrazar
al abuelo.
El silencio.

La memoria se comporta como una cámara y aquí́ estás.

En las orquídeas goteando el agua, en el malojillo, en cada olor de tierra mojada, en
el casabe que añoro.

Mamá

Ysbel Mejías

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