Armagedon II.
Relato
El relojero de la avenida reparaba el reloj de la señora Andueza, una joya traída de Madrid que tenía dentro el dibujo de un águila. El señor que vende empanadas no entendía porque todos vomitaban las empanadas de carne y chicharon. Había un viento que levanta hojas, comenzaron a salir ratas de la tienda de granos y harinas. De todos los establecimientos de comida salían ratas y mordían a la gente, un travesti muy maquillada y con ropa estridente comenzó a gritar; -coño coño coño la maldición de la india nos alcanzó-
Dentro de las iglesias la cerámica se rompía y en las iglesias donde no habían imágenes las sillas comenzaron a girar como en la película poltergeis. Marina venía caminando con su perro y el perro mordió a un niño que siempre le tiraba piedras a una señora que le catalogaban de loca, por ser comunista; le arrancó un tajo. Todo ocurría en el vértigo de una profecía el cielo se tizno de gris y de pronto salió un sirio de un apartamento gritando; -Ala que es esto- y se rasgo las vestiduras. Cuando el se rasgo las vestiduras cayeron todos los atuendos. La gente corría desnuda y el fuego alcanzaba para hervir el Orinoco. Entre fuegos el taller de los santos de este tiempo se mantenía intacto. Freddy el evangelista el único que sabía lo que ocurría abrió una biblia y la arrojo a una llama y salvo la imaginación de Dios y calmo su ira.

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