Mi aliada y verdugo, la lluvia y yo.

–Yo–

creé aquella tormenta en la que me ahogaba… con truenos de promesas olvidadas y relámpagos de recuerdos desolados… y para qué? si no podía separar mis labios ni pronunciar palabras, era inútil, no me oía… no me oías… yo incapaz de salir… atrapada en el ciclón de brisa torrencial, incapaz de llevar mi voz hasta tus oídos… a pesar del desastre, solo había un vacío mudo… solo me escuchaba a mi mismo afligido, y los truenos pronunciaban mi nombre, ahogando el tuyo en aquella tormenta, de la que finalmente pude salir ileso…

–Lluvia–

Vino a mí…
Como la brisa de primavera que arrastra las hojas,
y la luz del sol,resplandeciente y cálida.
Era tierra seca,necesitada de ser regada,
comprensión,o hundirse en su propio dolor.

Sin saberlo, me volvió mala.
Aunque yo solo era un espejo de su angustia,
y de anhelos propios que pesaban más que el granizo.
Mis susurros se volvieron un tormento
que él,y solo él, creó.

Él, tenía el poder de detener
aquella brisa tempestuosa,
aquel viento susurrante,
aquellos recuerdos relampagueantes.
Pero no lo hacía.

Como si estuviera bien sumido en su propio dolor,
como si lo disfrutase de la manera más tortuosa.
Le dolía,y quería gritar,
pero sus gritos—hechos lagunas de sueños— se ahogaban.

Finalmente, entendió su martirio.
Comprendió su dolor autoinfligido.
Y me soltó.

Las tormentas se calmaron.
La brisa era fresca.
Y las flores rotas brotaban en aquella tierra,por fin regada.

Ese sol primaveral salió de nuevo,
iluminando su rostro
y tiñéndose de colores rojizos en su piel…
convirtiéndose en casa.

Keony Rojas

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